Trilogía Tudor|Doc 04 Parte 2: La coronación de Isabel I, la reina virgen, hija de Ana Bolena y Enrique VIII|15 enero 1559|Sus primeros pasos como monarca: Derrota inglesa en Escocia|Asedio de Leith|7 de mayo 1560|Católicos vs protestantes|Cate Blanchett

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Isabel Tudor ascendió al trono a la edad de 25 años tras la muerte de su media hermana, María I, el 17 de noviembre de 1558, que había revertido la Reforma Protestante iniciada por sus predecesores. Para mayo de 1558, María enfermó gravemente y reconoció formalmente a Isabel como su heredera el 6 de noviembre. El 17 de noviembre, Isabel fue informada de la muerte de María mientras se encontraba en Hatfield House, al norte de Londres. Aunque la ceremonia de coronación en la abadía era teóricamente el evento principal, Isabel era consciente que las procesiones a través de Londres asegurarían su popularidad como nueva monarca entre sus súbditos, sobre todo por tratarse de una mujer, soltera, protestante e hija de la reina Ana Bolena, cuya efigie apareció por primera vez en Londres desde su ejecución en 1536. El tono fuertemente protestante del desfile reflejó la intención del gobierno isabelino de reiniciar la reforma, separando al reino del papado de forma definitiva tras los sangrientos sucesos del reinado de su hermana María.

Owen Oglethorpe, obispo de Carlisle, se ofreció a oficiar la ceremonia de coronación ante la ausencia de un arzobispo protestante de Canterbury, ya que Isabel acababa de ascender al trono y aún no designaba al sucesor del anterior arzobispo Reginald Pole, cuyo puesto sería ocupado por Matthew Parker, capellán y amigo personal de Ana Bolena, su fallecida madre. El juramento de coronación volvió a la forma utilizada en la coronación de su hermano Eduardo en 1547, pero con una enmienda a la redacción, prometiendo gobernar de acuerdo con la "verdadera profesión del Evangelio establecida en este Reino". Cuando Oglethorpe realizó la Elevación de la Hostia, molestó a la reina y esta salió furiosa de la ceremonia antes que terminara, ya que la Reforma negaba la Transubstanciación y el obispo había recibido instrucciones precisas de no realizar ese ritual. Los historiadores ven la coronación de Isabel como una declaración de su intención de restaurar Inglaterra al protestantismo, pero permitiendo la continuación de algunas costumbres católicas, un compromiso conocido como el acuerdo isabelino, bastante tolerante para la época.

Inglaterra recibió cálidamente a su nueva reina, pero pronto Isabel debió poner a prueba su aptitud para el cargo. Presionada por Tomás Howard, cuarto duque de Norfolk, Isabel envió un ejército para ayudar a la congregación protestante de Escocia contra las fuerzas francesas de la regente escocesa, la católica María de Guisa, que buscaba expulsarlos reuniendo tropas francesas cerca de Leith. Los ingleses, en su mayoría jóvenes mal entrenados, fueron derrotados en mayo de 1560 debido a que los lores espirituales del parlamento se opusieron a enviar verdaderos soldados a pelear, con la intención deliberada de desacreditar el gobierno de Isabel y tener un pretexto para derrocarla. Tras la muerte de María de Guisa en junio 1560, Inglaterra, Francia y Escocia firmaron la paz. Isabel nunca olvidó esta lección