La presión del FMI amenaza con marchitar la última de las "primaveras árabes"

  • hace 6 años
Desde que en 2011 triunfara la "revolución del Jazmín" y el mundo aplaudiera con asombro el estallido de las primaveras árabes, Túnez ha sufrido tres graves crisis que han amenazado su transición.

La primera fue política y se solucionó en 2014 gracias a la habilidad del ahora presidente, Beji Caïd Essebsi, un hombre del sistema, y el pragmatismo de Rachid Ghannouchi, líder del partido islamista "Ennnahda".

La segunda la causó la oleada de atentados yihadistas que en 2015 segó la vida de 72 personas, hundió el turismo -una de las principales actividades económicas del país-, y sumió a Túnez en una aguda crisis económica que todavía padece.

La tercera tiene su origen en el crédito de 2.500 millones de euros concedido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de espartana austeridad y que un año después no solo no ha servido para olvidar la crisis si no que amenaza con marchitar la primavera democrática.

Con los dos problemas estructurales procedentes de la dictadura aún muy presentes -el paro y la corrupción-, el FMI exige un receta que incluye subidas de impuestos, reformas comerciales y financieras, recortes y despidos.

Recomendada